En ocasión del reporte de la Bestia del Riachuelo (un horrendo críptido, probablemente originado de los roedores) y de los primeros informes acerca de hongos mutantes surgidos de la misma área, decidimos efectuar una investigación de terreno para intentar confirmar si la contaminación del mencionado río podía tener relación con estos misteriosos sucesos.
Junto con mi querida discípula rusa Zinnada Keazer (especializada en estos temas, dada su experiencia en investigar los efectos de la radiación en Chernobyl), nos dirigimos a la ribera del Riachuelo, en búsqueda de nuevas evidencias de la aparición de criaturas mutantes.
Además de comprobar con nuestros propios ojos la extraña apariencia de algunas plantas, nuestro asombro se volvió incontrolable cuando, sobre la corteza de un árbol, un saltamontes de cerca de cinco centímetros de largo se paseaba buscando algo de sol.
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| Una imagen del mutante |
Más allá de su colosal tamaño, el bestial artrópodo nos miraba con la fiereza de quien se sabe dominador de la situación. Fue especialmente llamativo notar que sus ojos eran redondeados y decididos, acaso con visión binocular como los de los animales superiores.
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| Ejemplo de Efectos Radiactivos en Chernobyl (fuente: MedioAmbiente.Org) |
Pese a sus grandes dimensiones, la marcha del animal no era torpe en lo absoluto, sino que con fina destreza trepaba por el tronco. Nos asombró su falta absoluta de temor ante nuestra presencia e incluso se dejó fotografiar sin tapujos. Sin embargo, cuando intentamos atraparlo para alguna pruebas de laboratorio, no dudó en levantar vuelo y escapar raudamente por los aires.
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| Otra imagen de la sorprendente criatura |
¿Simplemente se trata de una especie infrecuente que confundió nuestra investigación? ¿O tal vez, como es nuestra creciente sospecha, los insectos se han decidido a aprovechar la generación de mutantes para finalmente convertirse en amos de la Tierra?
¿Ustedes que creen...?
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